viernes, 3 de octubre de 2008

Clarence Gatemouth Brown - Real Life (USA. Blues,1975)

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Clarence Gatemouth Brown, extraordinario cantante e instrumentista, murió el sábado 10 de septiembre en Orange (Tejas), la localidad en la que creció. Brown, de 81 años, se había trasladado allí huyendo del Katrina. Se libró del desastre: su casa, en Slidell (Luisiana), fue barrida por el huracán y en su lugar sólo quedaron unos automóviles embarrados; de hecho, sus vecinos le consideraban desaparecido. Con un corazón débil y cáncer de pulmón, el músico no aguantó tantos sobresaltos.

Brown no era precisamente una florecilla silvestre. Durante un tiempo, tuvo el empleo de sheriff y le gustaba llevar la insignia cuando salía a los escenarios, generalmente ataviado como un cowboy en domingo. Peleón, se llevaba mal con numerosos guitarristas de blues tejanos, a los que reprochaba su deuda con el magistral T-Bone Walker: yo también era un discípulo de Walker, venía a decir, pero partí de sus hallazgos para crearme un estilo personal. Igualmente atacó a B. B. King, al que acusaba de no desarrollar su potencial.

Se resistía a encajar en el arquetipo de bluesman sureño: había interiorizado el razonamiento de tantos afroamericanos, que consideran al blues profundo como una reliquia de los tiempos malos. Por temperamento y por necesidad profesional, era un músico todoterreno, con repertorio suficiente para hacer igualmente recitales de country, de cajún (y de su variante negra, el zydeco) o de jazz, género al que manifestaba su máximo respeto. Duke Ellington y Count Basie eran sus modelos aunque cuesta imaginar que ellos le hubieran permitido su torrencial expresión instrumental.

Había nacido el 18 de abril de 1924, en Vinton (Luisiana), aunque creció en Tejas. Su padre trabajaba en el ferrocarril pero tocaba en bandas de baile el violín, que fue el primer instrumento de Clarence; también aprendió los rudimentos de la batería, la mandolina, la armónica y la guitarra. Tuvo un golpe de suerte en 1947, cuando reemplazó en Houston a un T-Bone Walker enfermo. Don Robey estaba presente y le fichó para el club y, tras colocarle brevemente en la compañía californiana Aladdin, para su sello, Peacock. Tenía una voz profunda y alguien bromeó que "su boca es como un portón", lo que desembocó en el apodo de Gatemouth.

Los años cincuenta fueron buenos para Brown, que pudo mantener una orquesta gracias a la popularidad regional de temas tan vigorosos como Atomic energy, Boogie rambler, Dirty work at the crossroads, Ain't that dandy u Okie dokie stomp, aunque su único éxito nacional fue Mary is fine. Durante los sesenta, se instaló en Nashville, donde tocaba en un programa musical para el público negro y grabó material que destacaba su violín, cintas que terminarían en el catálogo de Chess. Los franceses se quedaron fascinados por su pintoresca personalidad y, en los setenta, hizo varios elepés para el sello Black & Blue, a veces con notables jazzmen y con homenajes específicos al gran Louis Jordan. En 1979, también se juntó con Roy Clark, el guitarrista de country, y juntos elaboraron Makin' music.

A partir de 1981, le descubrieron los responsables blancos de sellos estadounidenses como Rounder y Alligator y tuvo la oportunidad de grabar a su capricho, generalmente con secciones de metal. El Grammy de 1982, por Alright again!, subió su reputación e incluso colaboró, con sus habituales reticencias, en discos de Ry Cooder, Bonnie Raitt o Eric Clapton.

Sus últimos trabajos, lanzados por Verve y Hightone, eran menos interesantes pero sus directos no solían defraudar. Su admirador Colin Walters está preparando una biografía de Brown, en colaboración con su familia: el músico se casó tres veces y tuvo cuatro hijos.- (Diego Manrique)



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